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domingo, 27 de enero de 2013

Y así comienza...


Resumiendo este mes de viaje, se puede decir que desde que salimos de la granja todo empezó a mejorar.
El hecho de alejarnos de lo que ya para ese entonces detestábamos, pero nos hizo aprender tanto fue un alivio.
El pasar de los días sirvió de reflexión de todo lo que hasta ese entonces era cotidiano. Madrugar dejó de formar parte de nuestra vida, ahora los tiempos son otros.

La tranquilidad de estar nuevamente de vacaciones nos llevó a acampar rodeados de montañas, playas, bosques y ríos. Cocinando en un pequeño hornito, bebiendo agua de los arroyos, avistando cuanta ave pudiésemos y caminando por senderos olvidados, fueron pasando los días.
Bosque de Haast Pass
Vista del Aoraki desde nuestro camping en GIllespies Beach

Montañas gigantes con picos nevados, lagos reflejantes , valles formados por deshielos de glaciares, praderas amarillentas, cascadas, cuevas misteriosas, playas rocosas, mares embravecidos, puentes rotos, lujosas campervans, keas asesinos, detestables sandflies, colonias de lobos marinos, wekas, pauas,  gaviotas, delfines y muchas cosas más, formaron parte del camino.

Cascada en Arthur´s Pass
Arthur´s Pass
Valle y glaciar de Franz Josef
Lago Matheson
Pancake Rocks

Weka
Una siestita al sol
Kea
Los muchachos

Hace tiempo atrás nuestro amigo Balpi nos contaba historias de sus andanzas por una ciudad al Norte de la Isla Sur. Decía que la gente era amable, simpática y que había pasado sus mejores días en Nueva Zelanda ahí.Siempre nos intrigó saber como era ese lugar.
Contaba de los mercados de artesanos, puestos de comida orgánica y siempre hablaba de un hostal llamado Paradiso...

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