En el antiguo reino de Kampuchea (Camboya), en el siglo IV,
surgió una formidable civilización. La civilización Khemer (Jemer),una de las más grandes civilizaciones de Asia medieval. En su apogeo, el reino
comprendía una parte de Tailandia, de Laos y del Viet Nam actuales. Su
capital era la ciudad de Angkor.
Ésta gozó de una gran prosperidad durante más de seiscientos
años, en los que experimentó una considerable expansión a costa de sus estados
vecinos.
En la cumbre de su plenitud, Angkor
tuvo una población de casi un millón de habitantes.
Pero ¿cómo una ciudad, con más habitantes que
las que habían en Europa en ese momento (Edad Media), floreció en el marco
hostil de la selva virgen y de la jungla indochina?
El esplendor del Imperio jemer se asentó sobre su dominio
del agua.
La ciudad de Angkor, además de estar constituida
por descenas de templos y ciudades satélites, tenía también instalaciones hidrológicas que fueron indispensables para la
agricultura y para satisfacer las necesidades alimentarias de la población
Khmer. Mediante grandes lagos artificiales se podía acumular el agua necesaria
para regar arrozales capaz de alimentar 700 u 800.000 habitantes hacia el
siglo XII.
El sistema urbano Khmer suponía
una gran "baray" (un embalse para contener el agua), asociado a
una red de canales, diques y zanjas de desagüe en el centro de la cual se
elevará el santuario real, en forma de templo–montaña.
El templo Khemer de Angkor es
el templo más
grande, mejor conservado, y también el más visitado de los que integran el asentamiento de Angkor. Es
considerado uno de los tesoros arqueológicos más importantes del mundo.
Dedicado inicialmente al dios hindu Vishnú,
arquitectónicamente el templo combina la tipología hinduista del
templo-monte —representando el Monte Meru, morada de los dioses. Cuando
las influencias del budismo se hicieron sentir, el templo será consagrado al
Buda-Rey, que representa el centro del mundo.
En el s.XV, la ciudad de Angkor, fue vencida y saqueada por los siameses. El
rey y su corte abandonaron el sitio devastado. Lo que queda ahora de ella son
ruinas poseídas por la selva y una de las más grandes estructuras religiosas
del mundo que por lo que se cuenta, nunca fue abandonada ya que los monjes siguieron
hasta el día de hoy acudiendo a ella y conservándola. Las construcciones de
madera, los escritos en hojas de palmera y pieles raspadas desaparecieron,
víctimas del clima húmedo y de los insectos.
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