Que las imágines hablen por sí solas...
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martes, 12 de marzo de 2013
miércoles, 6 de marzo de 2013
Luminate
Luminate es una de esas cosas
lindas que suceden por acá una vez al año.
Hace 6 o 7 años que se hace y ha ido evolucionando
desde entonces.
La fecha no es elegida al azar. En la antigüedad las comunidades Celtas se juntaban entre el solsticio de verano y el equinoccio de otoño para compartir y celebrar Lugnasadgh, un festival para darle gracias a la madre tierra por su naturaleza y abundancia.
Uno de los objetivos del festival
es mostrar formas alternativas de vivir, de una manera armoniosa con la
naturaleza y los demás, y que es conciente de los recursos finitos del planeta.
No se vendía, ni permitía el ingreso de
alcohol al festival. Toda la comida que se vendía era orgánica. Los deshechos
biodegradables iban a parar a la zona de compost comunitario y luego serían
desperdigados por el bosque. Cada una de las construcciones y decoraciones
fueron realizadas con materiales naturales o rehusados. Las duchas funcionaban
a energía solar o calentadas por un
fuego que había que avivar antes de entrar. Dispersos por el terreno
funcionaban los baños composteros, que eran limpiados diariamente por los
voluntarios. Hay que añadir que este festival no hubiera sido posible sin la
ayuda de todos ellos.
El terreno estaba dividido en distintas
zonas. Estaba la zona de acampada, donde la gente dormía, la “village” o
pueblito, donde estaban los puestos de comida y artesanías, además de un
escenario donde cualquiera podía subirse a tocar mientras no fueran covers.
Luego tenías la Zona de Sanación
“Hauora”, donde se proporcionaban masajes, reiki y otras terapias alternativas
al que quisiera, vendían piedras y se daban talleres de yoga, chakras ,
meditación, entre otros. Pasando esa zona encontrabas la Zona Chill Out, donde
podías ir a relajarte en los colchones o sillones y escuchar música mientras tomabas un chai o chocolate caliente.
Al lado
de la Chill Out habían dos carpas más donde se daban talleres sobre diversos
temas: Permacultura, biodinámica, fermentación de alimentos, calendario maya,
danza, instrumentos, son algunos de los ejemplos.
Para los más pequeños y no
tan pequeños, estaba la zona de juegos, donde se podía participar de un taller
de malabares, acrobacias, uniciclo, poi o telas, mientras escuchabas lo que
estaba sonando en el escenario principal.
Si querías trasnochar la Zona de Electrónica era tu lugar.
Una de nuestras zonas favoritas
fue la tribal. Ya sea ir a mirar a la gente bailando alrededor del fuego al son
de los tambores o uniéndonos al grupo y tocando un poco. Era muy lindo ver como
el fuego y la música nos unía a todos.
El lugar y la gente transmitían
una energía especial. Era una especie de mundo aparte, donde todo el mundo
sonreía, abrazaba, bailaba, cantaba y festejaba la libertad que ese lugar irradiaba.
Ojalá
Luminate fuera todos los días...
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