Resumiendo este mes de viaje, se puede decir que desde que salimos de la
granja todo empezó a mejorar.
El hecho de alejarnos de lo que ya para ese entonces detestábamos, pero nos hizo
aprender tanto fue un alivio.
El pasar de los días sirvió de reflexión de todo lo que hasta ese entonces
era cotidiano. Madrugar dejó de formar parte de nuestra vida, ahora los tiempos
son otros.
La tranquilidad de estar nuevamente de vacaciones nos llevó a acampar
rodeados de montañas, playas, bosques y ríos. Cocinando en un pequeño hornito, bebiendo
agua de los arroyos, avistando cuanta ave pudiésemos y caminando por senderos
olvidados, fueron pasando los días.
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Bosque de Haast Pass |
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Vista del Aoraki desde nuestro camping en GIllespies Beach |
Montañas gigantes con picos
nevados, lagos reflejantes , valles formados por deshielos de glaciares, praderas amarillentas, cascadas,
cuevas misteriosas, playas rocosas, mares embravecidos, puentes rotos, lujosas campervans, keas asesinos, detestables sandflies, colonias de lobos marinos, wekas, pauas, gaviotas, delfines y muchas cosas más, formaron parte del camino.